El proyecto comenzó como una orquesta de cajones peruanos pero la convocatoria se fue ampliando y se fueron sumando otros sonidos: bajo eléctrico, guitarra, charango, ukelele, redoblante, zurdo, octopad y también algunas voces. Esta apertura permitió que nuevos adolescentes se sumaran a la propuesta y encontraran en ella un espacio de expresión y comunicación.
Con el aporte de la Fundación Marista se consiguió que la escuela contara con instrumentos propios, lo que facilita la tarea docente. Asimismo, un profesor y un ayudante dictan regularmente el curso, lo que ha transformado el taller en un verdadero espacio de producción artística y ha potenciado el sentido de responsabilidad en cuanto al uso y cuidado de los instrumentos. También ha garantizado el sentido de pertenencia del grupo que asiste al taller.
¡Gracias a todos/as por colaborar con esta obra!